Como catar un vino blanco

Valorar y disfrutar correctamente el vino blanco requiere conocer algunos aspectos diferenciadores. Te enseñamos cómo hacerlo.

En el mundo del vino, la acción encaminada a examinar, valorar, comparar o identificar vinos por su color, aroma, gusto y sensaciones táctiles en boca se denomina ‘cata’. Por extensión, también el evento organizado para tal fin.

Se denomina degustación o prueba simplemente al acto de saborear o beber pequeñas cantidades de vino por placer o disfrute, sin necesidad de evaluación o comparación, sin embargo en muchas ocasiones estos términos también suelen ser utilizados como sinónimo de cata.

La cata de vinos consta de tres fases: la visual, la olfativa y la gustativa.

Sin embargo el procedimiento estandarizado para el análisis y valoración de vinos varía en función del tipo de vino. Vamos a realizar una aproximación a la cata de vinos blancos.

Para realizar una cata correcta hay que disponer de un entorno adecuado y de copas idóneas. Los locales en los que se efectúan las degustaciones o catas deben ser espaciosos y se recomienda que estén bien iluminados (si es posible con luz natural), desprovistos de olores y ruidos, con una temperatura en torno a los 20°C y una humedad relativa de un 60-70% ya que en ambientes demasiado secos no se pueden percibir adecuadamente los olores.

También es recomendable que el lugar esté lo suficientemente aireado y que las paredes tengan una tonalidad neutra o clara, en todo caso, opaca. Los colores brillantes o luminosos aumentan la agudeza de los órganos sensoriales, pero inducen fácilmente el cansancio y un descenso del nivel de concentración.

Las copas que se utilizan tienen una gran importancia en la valoración organoléptica de un vino. Las hay de diversos tipos y formas, estudiadas expresamente para exaltar las características de vinos específicos.

La cata de vinos implica siempre comparación y valoración, por muy subjetiva que ésta sea. En cuanto a la cata de vinos blancos la dividiremos, como hemos visto en tres etapas.

Fase visual

En la fase visual valoraremos la limpidez, el brillo y el color.

  • Limpidez. Comprobar la limpidez mirando el vino desde arriba sobre un mantel de cata o delante de una luz. Los vinos jóvenes deben ser brillantes y algo pálidos.
  • Brillo. Cantidad de luz que refleja. Según la edad del vino (hasta 2 años), de muy brillante a brillante.
  • Color. Predominio del amarillo. De joven: pálido y casi incoloro con algún matiz verdoso. Con la edad se vuelve dorado, pajizo, dorado, ámbar e incluso maderizado. En los blancos con crianza predominan los dorados y los amarillos más cubiertos. Los vinos más pálidos suelen proceder de climas fríos y los más amarillos de zonas cálidas.

Fase olfativa

En la fase olfativa valoraremos los aromas del vino blanco, donde destacan los aromas a flores, frutas, confituras y algunos aromas de la serie vegetal. Con el tiempo aparecen aromas a frutas pasificadas y caramelo.

Fase gustativa

En los vinos blancos debido a la ausencia o escasa presencia de taninos el equilibrio de sabores se encuentra simplificado entre el sabor dulce y el sabor ácido. En este caso, el alcohol y el azúcar compensan la acidez. También el azúcar, compensa la sensación de ardor del alcohol.

Las características más destacadas en esta fase son: ligero picor en el ápice de la lengua, en el caso que tuviera algún contenido en C02, mayor o menor dulzor dependiendo de si se trata de un blanco seco o semidulce, suavidad, sabores frutales, acidez refrescante que se hace más áspera con el tiempo.

Para terminar hay que prestar atención especial a la armonía y persistencia final o retrogusto.

Todos, completamente todos, podemos catar un vino con mayor o menor sensibilidad, y decidir si nos gusta o no, si nos emociona o nos deja indiferentes. Tan sólo necesitamos ojos, nariz y boca. Estamos seguros que con estas breves notas ya serás capaz de hacer tus propias catas y hacer las valoraciones oportunas.

Fuente: Vinetur.com

2024-02-02T07:29:46+01:00